sábado, 28 de julio de 2012

Desde la Reina Isabel II hasta los más humildes londinenses, todos se involucraron El cierre de siete largos años

La ceremonia de ensueño fue preparada hasta los últimos detalles.

Siete largos años de preparativos culminaron ayer con la ceremonia de inauguración de los terceros Juegos Olímpicos que alberga Londres en su historia, después de los de 1908 y 1948, que se augura espectacular.
En las calles de la capital británica se respiró un ambiente festivo y de expectación, a pesar de un dispositivo de seguridad que blinda la ciudad con 42.000 efectivos, entre militares, policías y agentes privados.
La reina Isabel II y su esposo, el duque de Edimburgo, presidieron anoche una ceremonia inaugural que vieron cerca de mil millones de personas en todo el planeta, a partir de las 20.00 GMT, tras ofrecer una recepción en el Palacio de Buckingham a los jefes de Estado y de Gobierno que se concentran en Londres para la ocasión.
Londres 2012 invirtió 27 millones de libras (33 millones de euros) en un espectáculo inspirado en la obra del dramaturgo inglés William Shakespeare, en el que participaron cerca de 10.000 personas y que narró el paso de la vida tradicional en la campiña inglesa a las modernas metrópolis industriales.
Boyle presentó un evento que se considera menos grandilocuente que la inauguración de Pekín hace cuatro años, en el monumental Nido de Pájaro, y del que la mayoría de los detalles permanecieron en secreto.
Para marcar el inicio de una jornada histórica para la capital británica, las campanas del Big Ben, uno de los símbolos más reconocibles de la ciudad más turística del mundo, repicaron ayer por la mañana 40 veces durante tres minutos, al igual que lo hicieron miles de campanas en todo el Reino Unido.
Mister Bean deslumbró

Para todos los gustos
Bajo la solemne petición a la prensa de resguardar una hora más los secretos, la figura de Mister Bean o Rowan Atkinson subió a la cima de las sorpresas de la ceremonia inaugural de los XXX Juegos Olímpicos.
Además de Mister Bean en una onda mímica muy original como es costumbre, el repaso al entrañable cancionero inglés, la rara presencia pública de JK Rowling (¿con Harry Potter?) y el encendido del pebetero no dejaron de despertar la curiosidad.
El estadio Olímpico de Londres, repleto en toda su capacidad para 80.000 personas, fue una curiosa campiña británica con animales de granja que adornaron el terreno y la naturaleza.

DEL OLIMPO DE LOS ATLETAS

Mis primeros recuerdos “olímpicos”, siendo un niño, están relacionados con una fotografía aparecida en un periódico nacional, eran Jerzey Hausleber y Raúl González, el primero padre de la marcha (caminata) mexicana, de origen polaco pero azteca de corazón, y el segundo medallista olímpico y atleta histórico, quienes vinieron a Bolivia a preparar los Juegos Olímpicos en la altura altiplánica de nuestro país, lugar indómito, forjador del carácter, disciplina, esfuerzo y sacrificio requerido no sólo para triunfar en el deporte, sino en la vida. Fueron inspiradores de Esteban Quelale, Osvaldo Morejón, etcétera.
Más tarde vi el episodio de “una atleta” entrando en un “estadio olímpico” con el cuerpo desfalleciente, pero con la ilusión intacta por llegar a la meta (por primera vez en la historia de los Juegos se disputa el maratón femenino, en el que se impuso con rotundidad la estadounidense Joan Beanoit.
El momento más dramático fue cuando la suiza Gabrielle Andersen-Scheiss entró exhausta el estadio. Los médicos del evento la dejan continuar y ella completa la vuelta final en cinco minutos y cae al cruzar la meta. Con el tiempo leí infinidad de historias épicas del deporte olímpico, auténticas batallas deportivas desplegadas sobre los diferentes escenarios, y otras enraizadas en nuestras mentes y corazones. Se han superado temas raciales, políticos, de género… el deporte, tal como lo había soñado el barón Pierre de Coubertain, se convirtió en un instrumento de educación, socialización y hermanamiento; nuestros congéneres de color lucen en las pistas y en la historia del olimpismo (Jesse Owens, Bob Beamon, Carl Lewis, Michael Jordan, Usain Bolt…). Las mujeres participan cada vez más de una forma meritoria por la manera en que lo obtienen, que no es otra que el triunfo en las pistas y con la reivindicación de sus derechos (Arabia Saudí, Catar y Brunei enviaran por primera vez a una atleta mujer en su delegación).
Los países, cada vez más, se adhieren de forma comprometida a los valores del olimpismo reflejados en la carta olímpica (atrás quedaron los boicots de Moscú y Los Ángeles).
Desde entonces corrió mucha agua bajo el puente. A veces plácida y en ocasiones tempestuosa. Por lo que ahora nos aprestamos a ver una cita importante, en al que estaremos expectantes de las más grandes estrellas del firmamento.

RIMY pÉREZ SEVERICH / MASTER EN ADMINISTRACIÓN, DIRECCIÓN Y GESTIÓN DEPORTIVA


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