Brasil no empezó mal, sino peor. A los cuatro minutos ganaba por 0-4 y al final del primer cuarto perdía por 11-4, tras anotar 2 de 12 tiros de dos y ninguno de los ocho triples que lanzó. Pocas veces unos pequeños datos numéricos pueden ilustrar la poca concentración de un equipo que pareció salir a disputar un partido de trámite.
Confiado en su superioridad, Brasil se relajó. Dio el partido por ganado de antemano y los anfitriones se les subieron a las barbas.
Jugó con fuego y a punto estuvo de quemarse.
El 'español' Dan Clark fue el encargado de poner a los británicos con el marcador por primera vez en franquicia y anotar los primeros 6 puntos del 11-0 que Gran Bretaña consiguió en 6 minutos.
Tras el aviso, Brasil tuvo que empezar a reactivarse sobre la marcha, pero le costó tiempo y esfuerzo. Las energías que pensaba ahorrar tuvo que gastarlas con intereses para acabar marchando al vestuario en el descanso con empate a 27.
Y pudo haber sido peor, porque los británicos creyeron en sus posibilidades y dieron mucha más guerra de la prevista.
Con el marcador equilibrado, Brasil, ahora sí, salió a disputar un partido de veinte minutos. Apretó en defensa, no menospreció al rival y se encontró con un equipo británico que a base de buenos tiros mantuvo la paridad en el luminoso hasta el minuto 27, 42-42.
Teóricamente era cuestión de tiempo que la mayor calidad de los brasileños fuera decantando la victoria y el 43-48 de final del tercer periodo pareció un anticipo, aunque Gran Bretaña apretó los dientes y volvió a situarse por encima en el marcador, 51-50 (min.33) y 57-56 (min.36).
En el momento de la verdad, el mayor poso como equipo y la mayor experiencia de los sudamericanos decantó un partido en el que Brasil estuvo jugando con fuego y casi acabó chamuscado.
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