lunes, 16 de abril de 2012

Historia y arte del ‘gol olímpico’

Si bien es un término muy aceptado en el planeta fútbol, no todos los aficionados saben a qué se llama un gol olímpico. La explicación es simple: se le dice así a aquel tanto anotado directamente desde un lanzamiento de esquina sin que nadie toque el balón en su trayecto hacia el arco.

Si una diana concretada por esta vía parece interesante, conocer las historias detrás de la jugada y de su denominación lo es más, así como también los nombres de algunos futbolistas que, más o menos conocidos, se ganaron una gran reputación gracias a su manera de ejecutar los tiros de esquina.

En junio de 1924, la International Football Association Board (IFAB) modificó el artículo 11 de las Reglas de Juego, autorizando por primera vez la materialización de un tanto directamente de un tiro de esquina. Tras leer el boletín informativo correspondiente, un periodista deportivo de Liverpool llamado Ernest Edwards encontró una ambigüedad en el texto que compartió con los dirigentes del Everton: “No hay nada allí que prohíba tomar el balón y, en lugar de verse obligado a rematar, regatear hasta convertir. ¿Por qué no probar y ver qué sucede?”.

Edwards tuvo un cómplice perfecto para su experimento en dicho club, el delantero Sam Chedgzoy. Habitual encargado de los tiros de esquina, Chedgzoy cumplió al pie de la letra con el plan durante un partido de esa temporada, dejando atónitos a todos los presentes.

Cuando el árbitro comenzó a reprenderlo, el futbolista simplemente preguntó: “¿Qué hay en la regla que me impida hacerlo?”.La consulta motivó, además de una mirada de incredulidad del colegiado, una reunión de emergencia de la IFAB, que a principios de agosto corrigió dicho artículo. De esta manera, el primer tanto del que se tenga registro le corresponde a Billy Alston, quien marcó en agosto por esta vía en un partido de la Segunda División escocesa. Sin embargo, la fama por haber anotado el primer gol olímpico se la llevó otro…

Para esa misma época, Argentina organizó dos amistosos con Uruguay, que venía de ganar la medalla dorada en el Torneo Olímpico de Fútbol París 1924. El primero se disputó el 21 de septiembre en Montevideo y terminó 1-1, mientras que el segundo se empezó a jugar una semana después en Buenos Aires, aunque debió suspenderse por incidentes.

La revancha, finalmente, se llevó a cabo el 2 de octubre y fue ganada por Argentina 2-1. A los 15 minutos, con el cotejo 0-0, el atacante argentino Cesáreo Onzari ejecutó un tiro de esquina desde la izquierda con tanto efecto que, para desgracia del arquero uruguayo Antonio Mazzali, se coló contra el primer palo. La prensa deportiva, entonces, lo transformó en el primer gol olímpico, haciendo un juego de palabras con el éxito reciente del rival.

“Me salió porque tenía que salir. Quizá el portero se había levantado mal ese día o lo hayan molestado, porque nunca más emboqué otro. Lo cierto es que cuando vi la pelota adentro, no podía creerlo”, afirmó el ya fallecido Onzari. El réferi uruguayo Ricardo Villarino jamás dudó en convalidarlo, ya que conocía la nueva disposición “aun cuando no nos ha sido comunicada a los árbitros de la Asociación Uruguaya de Football”, aclararía luego del juego.

Pero uno de los más curiosos le corresponde a otro argentino que debió emigrar de su país. Aníbal Francisco Cibeyra anotó tres con la camiseta del Emelec de Ecuador… ¡en tres clásicos consecutivos contra Barcelona de Guayaquil! La hazaña, realizada en 1978, le valió un apodo: El Loco de los Goles Olímpicos.

Éste quedó en la historia

Dos seguidos

En 1953, el norirlandés Charlie Tully convirtió jugando para el Celtic en campo del Falkirk, aunque el árbitro le hizo repetir el tiro de esquina. Inmutable, Tully volvió a colocar la pelota y ejecutar el lanzamiento... ¡con igual resultado!

Sólo hubo uno en una Copa Mundial, la de Chile 1962

Fifa.com

El único gol olímpico en una Copa Mundial de la FIFA fue anotado por el colombiano Marcos Coll al inolvidable arquero ruso Lev Yashin durante el torneo celebrado en Chile 1962. El año pasado, también en un torneo de la FIFA, pero en la Copa Mundial Sub-17, se sumó a la lista de goleadores el mexicano Jorge Espericueta, quien le marcó uno a Alemania en la semifinal de esa competencia.

Además del tanto de Espericueta, 2011 fue testigo de varios goles concretados así. Algunos de súper estrellas como David Beckham y Ronaldinho, y otros de figuras menos conocidas como el iraní Mohammad-Reza Khalatbari o el brasileño Eninho, ambos por la Liga de Campeones de la AFC. Pero todos siguen despertando, en buena medida, el mismo asombro que aquel de Onzari 88 años atrás.

Si bien siempre hay un mérito del lanzador, a veces los rivales ayudan, sino que lo diga Josep Guardiola. Jugando para el Barcelona de Johan Cruyff, Pep dejó pasar un envío de esquina de Javier de Pedro supuestamente inofensivo creyendo que lo rechazaría un compañero, posibilitándole así al volante del Real Sociedad el primero de sus dos goles olímpicos. De Pedro, quien jugó con Guardiola el Mundial de Corea/Japón 2002, anotaría otro a Salamanca un tiempo después, tomándose la atribución de, ya retirado, hacer un “instructivo” en tono de broma por ese tipo de ejecuciones.

El argentino Álvarez convirtió ocho en Colombia

Uno de los más endiablados ejecutores de tiros de esquina fue el argentino Juan Ernesto Cococho Álvarez. Durante sus seis temporadas en el fútbol colombiano, Álvarez anotó apenas 35 tantos en 226 partidos jugados, sin embargo ocho de ellos resultaron olímpicos.

Lo curioso es que en agosto de 1976, jugando para el Deportivo Cali, le marcó dos al Deportivo Cúcuta… ¡en el mismo encuentro!

¿Cuál era su secreto? “Quedarnos todos los días tras las prácticas junto con el colombiano Ñato (Ángel María) Torres pateando tiros de esquina a ver quién metía más. En 1979 hicimos otra vez dos goles olímpicos en un partido, a Quilmes por la Copa Libertadores, pero uno cada uno. No sé cuántos equipos pueden decir que lograron algo así”, admitiría Álvarez.

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